Posgrado
Desde 1991, cuando se aprobó el Reglamento de Estudios de Posgrado y hasta la fecha, el Instituto ha permanecido como entidad académica participante, junto con la Facultad de Filosofía y Letras, del Programa de Posgrado en Antropología. Dicho Programa se encuentra adscrito a la Coordinación de Estudios de Posgrado de la UNAM. La participación del Instituto de Investigaciones Antropológicas ha sido constante y de manera activa para la formación de investigadores de alto nivel.
El Plan de Estudios del doctorado (1991) es de sistema tutoral. La maestría, cuyo plan data de 1995, es escolarizada. El Plan fue una respuesta universitaria al rezago que existía en nuestro campo de estudio en materia de posgrado. En aquella época y hasta ahora, se ha mantenido la visión de una antropología integral, orientada tanto a la interdisciplina como a la transdisciplina.
El Posgrado en Antropología con sede en las instalaciones del IIA cada año ha emitido una convocatoria para la incorporación de nuevos estudiantes, tanto de maestría como de doctorado. Hasta ahora forma parte del Programa Nacional de Posgrados de Calidad (PNPC) del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT). Cuenta, por tanto, con el apoyo de becas proporcionadas por el mismo CONACyT y la Coordinación de Estudios de Posgrado.
No obstante, en los últimos años el posgrado ha venido arrastrando serios problemas en eficiencia terminal, tanto en la maestría como en el doctorado. Esta situación llevó a que en 2005 el CONACyT hiciera una serie de recomendaciones entre las que destaca la necesidad de tener una supervisión más estrecha sobre los avances de los alumnos, a fin de que puedan concluir sus investigaciones y proceder a su graduación. En 2008 se llevó a cabo una nueva evaluación: el posgrado continuó presentando una baja la tasa de graduación, estando lejos de alcanzar los porcentajes mínimos requeridos para permanecer en el PNPC. Por tal motivo, en la evaluación de CONACyT se decidió que el posgrado cambiara del nivel de "consolidado" al nivel de "posgrado en desarrollo".
El posgrado tiene inercias que se deben revertir. Entre los factores que han intervenido para que exista una baja eficiencia terminal, posiblemente está el hecho de que no se ha asumido a la actividad docente como una de las prioridades fundamentales del personal académico, que ha estado más enfocado a la investigación. Por otro lado, que han faltado iniciativas que fomenten la integración de proyectos colectivos de investigación en los que participen investigadores y estudiantes. Finalmente, es posible que también haya afectado el crecimiento acelerado de la matrícula y se hayan incorporado año con año nuevos alumnos, sin tomar en consideración la capacidad real de trabajo de los cuerpos académicos que dan vida y soporte al posgrado. Esto se puede apreciar en la enorme carga de trabajo que se concentra en algunos tutores, quienes llegan a tener más de 12 o 15 tesistas, lo cual contrasta con algunos que tienen pocos alumnos, o ninguno.
La disparidad con respecto al número de tesistas no se debe únicamente a la voluntad de los tutores por asumir mayores cargas de trabajo. Se debe también a que cada campo de conocimiento tiene especificidades y particularidades que habrá que analizar con mayor cuidado. Existen campos del conocimiento que son sumamente especializados y que contrastan con aquellos que son más versátiles. Asimismo, existen algunos que tienen más demanda por parte de la población estudiantil y mayor mercado de trabajo. El contraste se puede ver reflejado en el hecho de que más del 50% de los alumnos se especializan en áreas del conocimiento relacionadas con la etnología y la antropología social, situación que contrasta con el número reducido de estudiantes especializados en arqueología y lingüística. En ello posiblemente está incidiendo lo reducido del mercado de trabajo para quienes se especializan en estos últimos campos de conocimiento antropológico.